Suerte que queda a mano el triunfo mundialista de Lionel Messi y sus muchachos como factor para elevar la autoestima de los argentinos, porque si dependiera del rol que el país ocupa en la tabla de posiciones del negocio agropecuario mundial, las señales son cada vez más deprimentes.
A pesar de la extendida creencia de que Argentina sigue siendo una potencia agrícola mundial, a tal punto que su aumento o disminución en la oferta puede, de por sí, hacer mover los precios del mercado internacional, las últimas semanas han servido como un frío baño de humildad. En realidad, el mercado se movió en el sentido absolutamente inverso al esperado.
Es decir, cuando se corrigieron bruscamente a la baja las previsiones de producción local como consecuencia de la sequía, la cotización de la soja en Chicago no sólo no subió sino que cayó. Y en los últimos días, cuando se anunció el "dólar agro" en el que supuestamente Argentina aportará no menos de 10 millones de toneladas concentradas en un mes y medio, el precio no sólo no cayó por la mayor oferta sino que hay presiones al alza.
Es todo un golpe. Después de todo, queda el recuerdo de situaciones como el conflicto del 2008 por la recordada resolución 125, cuando el precio internacional de la soja tuvo un alza como consecuencia de la disminución en la embarcación de soja argentina, y en el mercado global se seguía con interés la resolución de aquella pulseada sobre las retenciones móviles.
Hoy, en cambio, el rol argentino parece haberse desdibujado drásticamente. Hace dos meses, cuando los sucesivos reportes daban cuenta de la gravedad de la crisis climática -y la proyección de la campaña de soja, que el año pasado había alcanzado las 43 millones de toneladas, era recortada a apenas 25 millones-, los precios mostraron una caída. Desde el pico de u$s568 alcanzado en febrero, hubo un descenso hasta u$s540.
Y ahora se está viendo una reacción en sentido inverso: el anuncio del "dólar agro" en Argentina, que implica un incremento de la oferta mundial, ha visto cómo la soja del mercado de Chicago subió nuevamente hasta el entorno de u$s552 por tonelada.
El riesgo de subestimar el "factor Brasil"
¿Por qué ocurre esto? ¿Al mundo ya no le importa la situación agrícola argentina? En realidad los expertos del mercado global siguen mirando al campo argentino con la misma atención de siempre, pero ocurre que los demás jugadores también son fuertes, y muchas veces operan en el sentido inverso al país.
En particular, lo que está influyendo este año es el "factor Brasil", cuya producción más que compensó la merma sufrida por la campaña argentina. De hecho, el país vecino marcó un hecho histórico al desplazar a la Argentina como primer exportador mundial de harina de soja. Y los reportes indican que ese año la molienda de soja en Brasil podría duplicar la cantidad de la que se procese en Argentina.
Eso es lo que venían observando los mercados desde hacía tiempo. Y es lo que, por el contrario, los funcionarios argentinos parecían estar ignorando. Es por eso que el ministro de Economía, Sergio Massa, sorprendía con su poco fundado optimismo cuando, en el arranque del año, no solamente minimizaba la caída de la producción sino que apostaba a que ocurriría un incremento del precio internacional que compensaría por mal año climático.
Pero el mercado demostró que esas previsiones del Gobierno argentino eran equivocadas, porque no contaban en el análisis el efecto de Brasil, que salvo por su región sur, fronteriza con Argentina, no sufrió el "efecto Niña", recibió lluvias óptimas y tiene excelentes perspectivas en términos de volumen. De hecho, se volvió a corregir al alza la proyección original de 151 millones de toneladas, con lo cual no sólo compensará la caída del aporte argentino, sino que la superará con creces.
De hecho, asumiendo un fuerte recorte en la producción argentina, igualmente el aporte combinado de los dos países sudamericanos será este año más alto que el de 2022. Hablando en números, las dos cosechas de soja, sumadas, serán de 178 toneladas, contra 169 del año pasado, según datos recopilados por Marianela de Emilio, experta del INTA.
Ahora, el mercado otra vez está reflejando movimientos de precios, sobre todo después de conocerse el reporte mensual del Departamento de Agricultura estadounidenses -el USDA, por su sigla en inglés-.
En el informe se corrigió a la baja la expectativa de la campaña de soja argentina -a la que ahora se ubica en 27 millones de toneladas, todavía por encima de la estimación que se hace internamente- mientras se corrigió al alza la expectativa de la producción brasileña. Además, se revelaron existencias superiores a la prevista en Estados Unidos, con lo cual la oferta del mercado global, de 100,29 millones de toneladas, resultó superior al de marzo y un 1,76% por encima de las estimaciones previas.
Hubo algo de confusión respecto de cómo interpretar la suba de precio de más de u$s3,7 que se produjo luego de conocido este reporte -que, además, coincidió con el tambaleante debut del "dólar agro".
En todo caso, los expertos dan por descontado que el efecto de Argentina es apenas marginal. Hubo reportes que señalaron que Estados Unidos mantiene reservas internas todavía demasiado ajustadas como para pensar en una caída de la cotización, dado que los productores buscarán un precio que les permite el "empalme" con la próxima campaña.
Sin embargo, también hubo quienes pusieron la lupa en la retracción de la demanda de harina de soja, como un posible factor de contención de los precios a mediano plazo.
"La demanda por parte de China es decepcionante y el tamaño de la producción es creciente. Esto claramente en un ambiente de inversos gigantes en el mercado de Chicago que pagaremos cuando Estados Unidos se encuentre en plena cosecha de soja, con Brasil aún exportando fuertemente", apunta Celina Mesquinda, experta de la firma corredora de futuros RJ O’Brien.
Y agrega que hay incertidumbre sobre los precios a corto plazo, dado que los fondos de inversión que operan en el mercado de materias primas han comprado casi la mitad de lo que habían vendido.
Por otra parte, el foco en la región sudamericana da por descontada desde hace tiempo la oferta récord brasileña, y hay quienes atribuyen la variación del precio a la valorización del real frente al dólar, algo que impactará en los flujos de soja desde el continente americano con destino a los puertos asiáticos.
"El mercado pondera la gran cosecha de Brasil, compensando las pérdidas productivas de argentina y dejando un escenario de oferta tranquilizador desde Sudamérica. Debilidad en aceites trasladan más animo bajista al poroto", apunta Salvador Vitelli, analista de Romano Group.
Mientras tanto, el "dólar agro" no arranca
En todo caso, lo que el mercado está confirmando es que Argentina, aun pese a su condición de jugador importante en el mercado global, ya no tiene la fuerza de antaño como para mover la aguja del mercado. Es una mala noticia para los funcionarios, que se habían ilusionado con que se produciría el efecto de compensación entre la caída de la producción local y el incremento de la cotización global.
Más bien al contrario, el escenario de los precios internacionales está reflejando dificultades para hacer arrancar el nuevo esquema de "dólar agro", dado que las industrias aceiteras y las grandes firmas exportadoras están atentas al precio del mercado internacional, en contraposición a los productores sojeros, que miran más su esquema de costos internos.
Esa diferencia de visiones es lo que está llevando a las dificultades en la concreción de un mayor volumen de negocio y a que haya empezado a instalarse un tono de escepticismo sobre la cantidad de dólares que pueda ingresar a las castigadas arcas del Banco Central.
Los productores, que en diciembre pasado, habían recibido un promedio de $116.000 por tonelada, se están encontrando hoy con que la parte compradora no les convalida precios superiores a los $104.000, un nivel cercano al del primer "dólar soja" de septiembre.
Claro, la diferencia es que en aquella primera oportunidad había una sobreabundancia del poroto guardado en silobolsas -se estimaba en más de 22 millones de toneladas esperando para la venta- mientras que hoy queda un remanente inferior a las cinco millones y, mirando hacia adelante, la perspectiva es de una cosecha que será un 45% inferior a la del año pasado.
El problema es difícil de solucionar: los productores sienten que reciben un precio que les deja un margen muy escaso, que no recompone sus costos y que no refleja un verdadero incentivo para exportar; mientras que en la vereda de enfrente la industria no está dispuesta a comprar mercadería a un precio que luego no podrá convalidar en el mercado internacional.
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